miércoles

Cuatro finales para una misma timidez

Quiero escribir esta noche…
La noche no significaba nada, solo estaba ahí, rodeándome la vida, volviéndola mas oscura de lo que es.
Mi habitación de por si es pequeña, y con cada minuto que pasaba se reducía mas, asfixiando mis ideas, dejando mi mente en blanco para que su recuerdo se encripte otra vez en mi alma.
Debía salir. En las calles podría transitar entre el ruido, podría estar atento entre todas las luces que ofrecen algo inútil que comprar. Inútil o no, todo aquello que forma parte del camino nos conduce hacia un lenguaje común, que nos iguala en gustos y sabores a todos por el mismo deseo absurdo de poseer lo mismo que está de moda. Todo este lenguaje comercial de oferta y demanda une a las personas en un compartido presente intrascendente y sobretodo aleja al ser humano, hombre o mujer de su soledad.
Sin aventuras que tracen lo inolvidable, solo anhelo poder salir y caminar sin perderme en mis pensamientos. Pero hay algo que siempre los que son como yo tenemos en común y eso es…
El timbre del teléfono irrumpe mi habitación, alterando mis decisiones, mis planes de fuga.
-Aló!
Nadie responde, nadie saluda, solo cuelga su silencio. Se que no es ella, se que no es nadie.
Afuera el aire es irrespirable, el humo venenoso de los carros ya es el suspiro canceroso de Lima, la humedad, la gente tosiendo y estornudando sin cubrirse sus apestosas bocas. Me cubro la nariz y la boca con las manos y al mismo tiempo retengo la respiración, mientras recuerdo las 46 razones por las que odio a la gente, a todos aquellos que han permitido este olor a nausea que se respira, incluyéndome a mí.
Las calles están transitadas hacia todas direcciones, la gente se conduce apurada con un veloz destino privado. Desde niño siempre quise saber que hay en la cabeza de los demás, de grande aprendí a suponer los motivos que todos tienen al estar afuera; por ejemplo, la mujer que camina delante mío con su rubio cabello teñido y su enorme trasero, sujeta en la mano un celular denotando que aguarda una llamada , acelero el paso para saber algún detalle adicional, camino a su costado sonriéndole y ella me sonríe en la nube de su perfume chuchumeco que me provoca mas nauseas; y, el teléfono suena y ella no se detiene y contesta caminando con una voz chillona y eufórica, que la agita y le hace mover las tetas de arriba hacia abajo, saltando con cada palabra que pronuncia, porque en su cabeza está el deseo por salir, por divertirse, porque eso hará. La besarán, la desearán y en la llegada del amanecer hará el amor incendiando la habitación del hotel con su desbocada pasión rubia teñida.
Deteniéndome esperando la señal del semáforo para seguir, veo otras mujeres como ella, sonrisas pícaras que quieren disfrutar la noche bailando con un trago y buena compañía. También veo a otras personas, a quienes regresan a casa luego de trabajar, con la mirada cansada, algunos con pequeños paquetes que advierten ser el regalo tal vez para un hijo o para alguien en casa, en ellos veo la esperanza de poder por fin llegar hacia donde podrán descansar, estar seguros y tener un poco de felicidad.
A mi costado en la esquina, una chica lleva puesta ropa nueva, tan contenta con una sonrisa de oreja a oreja que no le quito la etiqueta de su casaquita de cuero, colgándole en el brazo. ¿Podré quitársela sin que ella se de cuenta?...será mi misión. Nunca es bueno conversar con gente extraña y menos si soy yo.
Por su corta edad se encontrará con sus amigas, no piensa en terminar la noche en un hotel, y tampoco piensa en besar a alguien. Veo el precio de la casaca y parece que la compro de oferta, mejor que sus amigas no sepan eso. Unos pirañas interrumpen mi misión, ellos miran hacia todas partes, moviendo sus manos como el tic nervioso de una mosca, aguardando al mas débil y al mas tentador regalo.
Aún aquí todos juntos caminando, esto no significa unidad.
Cambio de dirección siguiéndolos, siguiendo el ritmo de sus pasos, con la etiqueta de la chica en mis manos. A diferencia de ellos, yo soy un sospechoso común, por mi físico, por mi cabello, por mi mirada herida y endiablada, por mi atuendo, por mi karma siempre hay quienes al verme sujetan sus paquetes. Tantos años caminando por el centro de Lima me enseñaron a caminar mirando mas allá de los primeros pasos, para tener precaución y saber que es lo que vendrá . Al igual que ellos advierto las probables victimas, y advierto la elección ideal, un hombre enternado, despreocupado con el celular en la mano, viendo seguramente sus mensajes, él es el reto, él representa lo que ellos odian, èl se ve como yo me veo en las mañanas. Yo también lo odio.
-Hey, promoción!- le grito en mi distancia, advirtiendo a todos. El tipo enternado me mira y con un gesto de pesadez pasa a mi lado. Los dos pirañas me miran y me sonríen y se acercan. Uno de ellos me mira profundamente a los ojos sin pronunciar palabras, detenidos los tres en el camino las personas interrumpen sus pasos. He vivido cosas peores para que ellos me den miedo, pero… yo siempre me meto en problemas. Problemas de ínsulas futuras.

-Hoy no es mi cumpleaños-, pronuncio estas palabras en voz baja. Hablando solo.
Hoy no es mi cumpleaños porque lo será en unos días, y estaré rodeado de mucha alegría. Pero en esa futura anoche de júbilo, rodeado de muy buenas personas, de buenos amigos, no seré yo. No soy yo.
Yo soy hoy, cuando no es mi cumpleaños, cuando no estoy rodeado de tanta felicidad.
Hoy soy yo, caminando por las calles, decidiendo entrar a un cine y ver una película solo, dejándome magnetizar por lo que adoro.
Sentado y olvidándote, se que soy olvidado. De lo contrario estarías aquí a mi lado, como en tantas otras noches.
La película empezó cuando yo no empezaba… Algún día haré esa película que sea para cada persona, un tipo de cine ubicuo, donde “la ausencia” pensada y estudiada de ciertas palabras o de alguna escena o desenlace, permita que cada persona la cubra o deduzca o interprete con lo que mas desee, para que así, cada persona obtenga su propio final. Es una idea, una loca idea.
Regreso a casa habiendo olvidado por fin tus tibias mejillas. No es amor lo que me hace odiarte.
Los que tenemos algo en común podemos predecir ciertas cosas o podemos entablar y debatir una reflexión razonable con la locura. Llego a asa y suspiro tu nombre, se que detrás de la puerta estás tu o tal vez esté yo, aguardándome.
Un viajero no tendría que volver a un mismo sitio, en viajes podría dejarte olvidada y también dejarme olvidado o dejar a ambos juntos olvidados. Y sin mas viajes, volver a casa y cruzar esta puerta para saber que no estas del otro lado.
Pero si estabas. Independiente de todo pensamiento o de todo recuerdo.
Se que tu cuerpo es caliente y tus palabras gozan de una tibia timidez.
Ave Fantasma.