jueves

A.- LA NOCHE DE LAS BESTIAS
( Cap. Provisional para el Camino del Guerrero de la Oscuridad )

Noche de Luna Llena 11/11/06
Para ti Quilla, bailando en Conciliación Dark sin ojos para mirarnos.

LA NOCHE DE LAS BESTIAS

La noche había surgido entre las tinieblas del eterno infinito. Con ella, su corazón de sol nocturno la acompañaría esta noche. Erguida en lo mas alto, su luz nocturna iluminaba los corazones de los caminantes nocturnos que la amaban. Llena de honor y de orgullo, de bondad y de luz la Luna sería la guía de los corazones de fuego, estrellas terrestres y errantes que recorren solitarios las calles grises de aire venenoso que impera en Lima, la capital de la oscuridad.
Ascisclo notó la presencia de la luna sin levantar la mirada al cielo. Sabía de su presencia porque era una noche brillante y esa brillantes solo podía nacer de un Dios nocturno.

Se sentía acompañado, la sombra que reflejaba en el piso era la mano de su luna que lo abrazaba, que le daba bendiciones y que lo amaba.

-La Luna era la imagen mágica y perfecta de la noche- decía Ascisclo en voz alta a los desconocidos que regresaban a casa a descansar, mientras él iniciaba los primeros pasos de su destino. Ascisclo tenía la costumbre de hablar solo cuando estaba en la calle caminando. Si tenia algo que decir lo decía y sus palabras estaban acompañadas de una sonrisa.

Eran las 9 de la noche, y ya estaba en la puerta de la casa de su amigo Orión. Ambos tenían nombres nocturnos de identidad màgica. Ambos amigos estaban embarcados en un camino a mas de 100 kilómetros por hora en el Hillman Hunter automático de Orión, no podía existir mayor velocidad que la del latido de sus corazones. El auto aceleraba pero nada en este mundo podía ser mas veloz que sus corazones, que sus almas. No había música en el equipo del auto, solo el sonido de la velocidad combinado con la noche que nacía en sus intenciones de vivir sin límites.

Una botella de 100 fuegos le daría sabor a la noche y unos cigarros Premier el fuego que su respiración ansiaba. La parte trasera del auto estaba aún vacía. Llegaron a su primer destino, un bar, “El Ocaso de la Serpiente”. –Dios nos observa a través de la luna, es el agujerito que le hace a la noche por donde poder vernos- le decía Ascisclo a Orión sin pensarlo. Ascisclo siempre quiso tener teorías sobre la Luna, y esta vino sin mayor trámite de reflexión. –Es hora del metal- le respondió Orión mientras cuadraba su auto. –Ser metal es como ser un jedy- le dijo Ascisclo. Sonrieron y bajaron del auto. El Ocaso de la Serpiente sería un breve tránsito en la noche de luna que les esperaba.

En una mesa que daba a un balcón del segundo piso Orión sentó en sus piernas a dos chicas vestidas de negro, un par de góticas amantes de la noche, amantes del diablo como decía él. Ascisclo miraba a una chica en la mesa contigua, una chica entre las 9 humanas que bebían y reían. Ella miraba desde el balcón a la luna sin percatarse de la atención que le tenía Ascisclo. –Las alas liberan los sueños- le dijo en voz baja Ascisclo sabiendo que ella no le escucharía. -la luna no es la única imagen mágica y perfecta de la noche-.

Bebiendo una copa de pisco quebranta puro, disimuladamente Ascisclo la observaba, observaba su tranquilidad y lograba alcanzar la mirada de la mujer dela luna. -Mujer que contemplas a la luna como a una amiga, le cuentas tus sueños con la sonrisa, mujer que respiras con la luna, mujer con corazón del cielo la luna te observa callada-. Cada palabra iba dirigida a acariciar su cabello, cada palabra la besaba suavemente.

El tiempo transcurría y la noche empezaba a latir fogosa y llena de metal. Unas palabras de Orión dieron el rumbo de la destrucción –el aullido de los lobos dan vida a la noche-. Bebieron tres copas de pisco cada uno, Como un camino paralelo estaban en la mesa con los demás vasos vacíos. –Ella no pertenece a este mundo, pertenece donde su mirada trasciende. No pertenece al presente, se pertenece a si misma-, le decía Ascisclo a su amigo. Orión le contestó –Las mujeres le pertenecen a su cuerpo, a sus deseos, solo a eso pertenecen-. Discrepando en las palabras escuchadas en el centro de la música del lugar solo le contestó –las balas perdidas dan vida a la noche y nosotros volaremos atravesando el viento inmortal-.

Los cuatro se pusieron de pie y salieron del lugar. Algunas personas al verlos salir pagaron sus cuentas y los siguieron en sus autos. Los dos amigos se percataron de los autos que los rodeaban. La parte trasera ya estaba ocupada por dos chicas que solo hablaban por teléfono y sonreían alegres de lo que les tocaría gozar. En el camino recogieron a una tercera gótica amiga de ellas, pero Orión pidió que se sentara adelante entre los dos amigos para así poder conocerla mas de cerca.

-Solo los elegidos pueden presenciar el susurro de Dios y de la muerte a la ves, es hora de acelerar-. Los autos habían ingresado a la Vía Expresa, siete autos acomodados en el carril de la izquierda, el auto de Orión esquivando los demás autos se posesionó del carril izquierdo donde solo los veloces se atrevían a manejar. Otros autos impulsados por el momento único se apoderaron de la velocidad que necesitaban. De los autos que los seguían solo 3 estaban tras ellos. -Ellos solo quieren ser testigos de la muerte, así que acelera mas- .

El viento toma presencia a 100 kilómetros por hora es la velocidad perfecta para sentir la fuerza del viento, que busca robarte el alma. Las chicas borraron sus sonrisas al sentir que el éxtasis de ellos era el peligro de ellas, chocar, volcarse, sangrar, morir, todo eso pasaba por las mentes de ellas. Una de ellas pregunto si de verdad eran Ustedes los locos de quienes hablaban la gente, los que suben al techo del carro siempre buscando morir. Para ellos no existían respuestas dadas por palabras, solo podían existir los hechos y en silencio los dos amigos sonrieron cómplices de predecir lo que sucedería.

Ascisclo sentía el llamado, un impulso que lo dirigía ha hacer algo imposible que solo él podría hacer, se sentía contento, feliz y no tenia miedo, se sentía poderoso invulnerable a la muerte. En su asiento de copiloto saco el brazo derecho y su cabeza, luego el brazo izquierdo y su pie izquierdo piso su asiento. Con un ligero impulso saco medio cuerpo y estirando el brazo izquierdo pudo llegar al otro borde del auto, lentamente su cuerpo salía del auto posesionándose del techo, sujetándose con ambas manos del techo del auto, cada una en un extremo. Las chicas gritaban –¡no quiero ser parte de esto, se va a matar, paren el auto se va a matar! . Aquella que estaba sentada en el centro cerraba los ojos mientras todo sucedía, sus pensamientos negativos ante lo que pasaba la silenciaron, el miedo la calló. Ninguno de los dos escucharía los gritos absurdos. Ellos no se detendrían, no conocían los límites ni el control, solo de instinto y de impulsos.

Ascisclo se soltó de los extremos del techo que tenia sujeto, su peso era quien lo sostenía y haciendo impulso avanzo hasta llegar al capot sentándose en el, con la espalda en la ventana volteaba saludando a su amigo a quien consideraba un hermano. Orión también quería gozar de la noche así que acomodo a la chica mientras las chicas de atrás inmóviles soltaban lágrimas de temor. –Solo mantén el timón recto y pisando el acelerador- en un movimiento rápido se saco medio cuerpo sentándose en la puerta del auto sujetándose con la mano derecha del gancho de seguridad del lado del conductor. Sintiendo el viento, podía ver a otros autos que su viejo Hillman Hunter sobrepasaba. Ambos sabían que era un regalo del destino que el carril izquierdo este desocupado. La excitación brotaba en sus ojos, sentía una paz nacida de todo esto. Cuando sintió que la velocidad disminuía entro al auto y bajo un poco la velocidad, ya era momento en que Ascisclo entrara al auto en movimiento de la misma forma en que salió.

Ascisclo solo podía pensar en ella. Disfrutaba del abrazo del viento y pensaba en la mirada de ella, en la chica que amaba la Luna –Una mujer que sabe amar a la luna, sabe amar a un hombre- se dijo preparándose para volver. Deslizando del capot hacia el techo de la misma forma en que todo sucedió. Cogiéndose fuerte de los extremos del techo dirigió sus piernas hacia la ventana todos eran movimientos instintivos, nunca lo había hecho hacer a nadie ni nadie le comento de eso de subir al techo de un auto por la ventana en movimiento. Ya había metido ambas piernas y su cuerpo se dejo guiar por su peso. Ya dentro se acomodo el cabello y abrazo a la chica silenciosa. –Perdóname por darte miedo, dime, ¿sabias que hay una linda luna llena afuera sobre nosotros?-. –¿Acaso es importante eso?- Ascisclo se quedo sorprendido por la respuesta de la chica silenciosa. No esperaba respuesta de ella y pensó en la chica desconocida. –Para ella alcanzar el cielo es importante y para mi también-.

x Juan J.Espejo Fernández